Andaluz Martínez, Benito (TODT)

BIOGRAFÍA

Cientos de miles de ciudadanos europeos fueron obligados a realizar trabajos forzados para los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos de ellos sufrieron deportación a los campos ubicados en el interior del territorio del Reich para ser empleados en la poderosa industria bélica. Pero otros muchos lo fueron en los territorios ocupados, en instalaciones destinadas a la construcción de infraestructuras de carácter defensivo, en industrias, en la minería,…Entre aquellos trabajadores hubo varios miles de españoles, la mayor parte de ellos eran refugiados republicanos en Francia que, tras la ocupación alemana, fueron alistados de manera forzosa en los campos de refugiados, otros fueron detenidos por negarse a ser reclutados o por no tener la documentación en regala. En aquellos centros de trabajo sufrieron explotación, accidentes y enfermedades -que a veces les acarreó la muerte- hambre y humillación. Algunos consiguieron evadirse y otros permanecieron trabajando hasta su liberación que se produjo a medida que los alemanes eran derrotados en el campo de batalla, a partir del desembarco de los aliados en Normandía durante la primera semana de junio de 1944.

Es el caso de Benito Andaluz Martínez quien, en 1965, desde su residencia en Garrapinillos, se puso en contacto con los fundadores de la Amical de Mauthausen los cuales, desde hacía tres años, intentaban contactar con los antiguos deportados a los campos de concentración y de exterminio, que habían regresado a España, y con las viudas de las víctimas para asesorarles de los derechos que tenían sobre las indemnizaciones establecidas por el gobierno alemán. Ese era el sentido de la primera carta, fechada el 7 de abril de 1965, en la que Benito iniciaba su escrito solicitando que se le informase “de los asuntos sobre los prisioneros de los campos de los alemanes pues yo en una ocasión, hace tres años,… me dirigí a París y me comunicaron que se había cerrado el plazo… Yo he sido uno de los que padecimos las vejaciones nazis en los campos de 1941 al 45”. Mediante las cartas y la documentación que envió Benito a los gestores de la Amical podemos conocer a, grandes rasgos, su itinerario en el exilio y las características de los centros donde fue destinado como trabajador forzado.

Benito había nacido el 18 de agosto de 1897 en Clarés de Ribota y estaba casado con Hortensia Alloza, de cuyo matrimonio nació un hijo. Desconocemos su participación en la Guerra, pero el 8 de abril de 1939 cruzó clandestinamente la frontera francesa. Fue internado, en primer lugar, en el campo de Argelés y posteriormente fue trasladado a los campos de Barcarés y de Agde, En estos campos también estuvieron internos sus hermanos Balbino y Delfín, los cuales figuran como acusados en el expediente la Causa General correspondiente a la localidad de Albalate del Arzobispo.

A Benito lo sacaron de Agde el 1 de octubre de 1941 y según sus propias palabras: “nos concentraron en unos barracones y nos metieron en unos vagones cerrados” con destino a Burdeos, al campo de Saint Medard (Gironda) donde fueron destinados varios miles de republicanos españoles para ser alistados en la denominada organización TODT y ser empleados en la construcción de una base submarina en las proximidades de la ciudad de Burdeos, como explicaba Benito en una de sus cartas:

"...del campo había una distancia a Burdeos de unos 40 kilómetros estaba en un bosque de pinos y de nombre le llamaban Salmedal (sic) dicho campo estaba dotado de subterráneos y llegamos a estar unos 5 o 6 mil hombres españoles y negros, o sea africanos. Franceses no había ninguno, los mandos eran alemanes… tengo 3 hermanos en Francia y todos corrimos la misma suerte, los cuatro estuvimos bajo los alemanes incluso el uno estuvo en la resistencia que se marchó a los maquis"

 Benito, a quien se le adjudicó la matrícula 4115, permaneció en Saint Medard unos ocho meses; posteriormente fue trasladado a la caserne Niel en Toulouse y, como último destino, fue transferido a trabajar a la costa de Soulac-sur-Mer en las construcciones del denominado Muro Atlántico. Los trabajadores forzados empleados en estas instalaciones defensivas, previstas por los alemanes para evitar el desembarco de los aliados, sufrieron vejaciones, maltratos y unas condiciones de trabajo horribles, según las palabras de Benito, dirigidas a los fundadores de la Amical, “para que se dieran una idea de cómo fuimos tratados con los alemanes,.. mi peso era de los 75 kilos a los 80 y llegué a pesar unos 50 kilos”.  

Tras la liberación que, según contaba Benito, se produjo ente el 8 y el 9 de julio de 1944 se instaló en Burdeos "hasta noviembre del mismo año después partimos a Marsella, allí estuve hasta 1948, en el 48 partí a Toulouse y el 20 de noviembre del 1952 regresé a España". Desde su salida al exilio habían pasado trece años y medio; se estableció en Garrapinillos, realizando labores agrícolas y también trabajó como peón de albañil.  

Las cartas de Benito, conservadas en el archivo de la Amical de Mauthausen, las escribió para informarse de los derechos que pudiese tener para cobrar alguna indemnización del gobierno alemán. En una de ellas describía las circunstancias en las que se encontraba: “He venido a mi patria ni tengo vejez ni recursos a mis 68 años (…) algunos me han dicho que les han pagado, yo se le agradecería se tome interés porque estoy enfermo (y), me lo comunique".  

Poco pudieron hacer por Benito los fundadores de la Amical, puesto que sólo podían acceder a las ayudas alemanas quienes habían sido deportados a los campos de la muerte, como le notificaron el 16 de septiembre de 1966: “...resultando de las gestiones realizadas que las autoridades alemanas no consideran indemnizable más que los casos de permanencia o muerte en los campos de las características más arriba señaladas (los campos de exterminio, mandados por los fatídicos SS) situado únicamente uno, el de Struthof en Francia, otro el de Aurigny nº 11(Nordesee) en el canal de la Mancha y todos los otros en Alemania ú otros países de Europa”. 

Ninguna compensación se había establecido hasta entonces para los cientos de miles de trabajadores forzados, a pesar de las condiciones infernales que habían tenido que soportar en aquellos centros de explotación, donde el trato hacia ellos revistió, en muchas ocasiones, características similares a quienes habían sido deportados a las instalaciones industriales ubicadas en los campos situados en el propio territorio alemán.

Fuente:

Archivo Amical de Mauthausen