Sanz Goñi, Antonio

BIOGRAFÍA

La identificación de Antonio ha sido confusa desde un primer momento. Su segundo apellido aparecía como “Gomez” en los listados publicados por la “Fondation pour la Memoire de la Deportation “(FMD), extraídos de los propios registros del campo, como puede comprobarse en la copia que Mónica Sanz, su sobrina nieta, nos ha remitido tras haber solicitado la información sobre su tío, disponible en el archivo de la Cruz Roja Internacional en Bad Arolsen. Pero no sólo el nombre nos llevaba a confusión puesto que, en aquellos mismos listados, figuraba como fallecido en Gusen el 25 de octubre de 1941. Por el contrario, en el Libro Memorial, publicado por el Ministerio de Cultura, figuraba como uno de los supervivientes de Mauthausen, aunque su segundo apellido aparecía como “Goniz”.

Las redes sociales, una vez más, han servido para clarificar definitivamente la identidad de este republicano aragonés y, también, para recuperar algunos aspectos de su biografía. Fue a raíz de la publicación de esta web hace un año y de la publicación del listado de los aragoneses deportados en el “Heraldo de Aragón” el pasado mes de abril, cuando Mónica, corrigió, vía faceboock, los errores que hemos comentado. A partir de aquel momento, esta amiga de Zaragoza, ha ido recuperando la identidad de su tío abuelo y, también, la propia historia familiar plagada, como en tantos otros casos, de sacrificios, exilios, miedos y silencios. Hace unos días nos remitió el siguiente texto que copiamos:

A veces las casualidades hacen que la vida dé un giro inesperado. Así fue un 28 de marzo de 2017, aniversario de la muerte Miguel Hernández, alguien en una red social publicó un enlace de Victimas de la Guerra Civil y Represaliados del Franquismo de Pares (Portal de Archivos Españoles), y ahí empezó todo.

Como una lucecita en mi cabeza se me ocurrió introducir el segundo apellido de mi padre fundamentalmente porque es un apellido poco convencional: Cotaina. Allí apareció Germán Cotaina Sancho, de Herrera de los Navarros( Zaragoza), condenado a muerte por adhesión a la rebelión. Inmediatamente me di cuenta que los apellidos y el pueblo coincidía con mi abuela así que llamé a mi padre para que me explicara algo, él no sabía nada por lo que llamó a su hermana mayor y se abrió la caja de Pandora.

Le explicó que tres hermanos de mi abuela estuvieron afiliados a la CNT, Germán y Miguel Cotaina Sancho acabaron en la cárcel y el más pequeño Nicolás murió en la batalla de Belchite. De la familia de mi abuelo contó que mi bisabuelo Mariano Sanz Campillo era un anarcosindicalista bastante activo y comprometido, que uno de sus hijos, Antonio, hermano de mi abuelo, Mariano Sanz Goñi, estuvo deportado en un campo de concentración nazi y tres de los hermanos Pedro, Natividad y Pilar Sanz Martínez (hijos de diferente madre) se exiliaron a Francia concretamente a Toulouse. No sabía mucho más.

Los días posteriores a obtener esta información los recuerdo en shock, no sabía cómo desmadejar el ovillo, cómo empezar a buscar información sobre aquella parte de mi familia, qué herramientas usar y sobre todo, a nivel personal, asimilar una información confusa que me hacía sentir entre la ilusión y la rabia de haber encontrado a una familia que el miedo y el silencio nos habían arrebatado.

Encontrar a mi bisabuelo y a mis tíos que habían quedado en España fue relativamente fácil, horas de hemerotecas, de internet, llamé a muchas puertas , algunas que creí abiertas las encontré cerradas, otras que creí cerradas se abrieron inesperadamente y empecé a descubrir a Antonio Sanz Goñi, hermano de mi abuelo paterno, del que nunca había sabido nada: un “rojo español” deportado a Mauthausen durante cuatro años.

Antonio Sanz Goñi, nació en Zaragoza en la Calle de San Pablo nº 98, fue el segundo hijo de Mariano Sanz Campillo, anarcosindicalista, y de Josefa Goñi Apezechea, pescadora vasca que se escapó de San Sebastián para unirse con él, aunque nunca oficializaron su unión allá por 1908. Pertenecieron, al igual que mi abuelo, a una familia de panaderos, trabajando siempre como peones. Durante la Guerra Civil luchó defendiendo la Segunda República, adquiriendo rango militar de sargento el 22 de septiembre de 1938.

Antonio volvió a Zaragoza una vez acabada la guerra, pero su tranquilidad duró poco tiempo, puesto que un día se presentó en su casa un grupo de franquistas, quienes, al no encontrarle, obligaron a su hermano pequeño, llamado Andrés Sanz Martínez, a ir a buscarle al horno donde trabajaba. Allí apresaron a Antonio y a un compañero, los montaron en un camión junto al pequeño Andrés. En un momento de descuido, al pasar por el río, Antonio pudo escapar tirándose al Ebro y momentos después fusilaron a su compañero. Todo esto fue presenciado por Andrés al que uno de los asesinos le apuntó a la cabeza, preguntando que si también lo mataban, a lo que otro fascista contestó que no, que era solo un niño. Años después Andrés fue a buscar trabajo y al entrar al despacho de quien había de darle el puesto, se encontró en la mesa al mismo que quiso matar a su hermano Antonio y a él mismo; le propino un puñetazo y lleno de rabia se marchó de aquella empresa.

Tras escaparse de aquellos fascistas que le hubieses asesinado, Antonio huyó a Francia. Desconocemos cual fue su camino hacia el exilio y es casi seguro su paso por alguno de los campos de refugiados del sur de Francia, puesto que cuando fue detenido por los alemanes, en junio de 1940, formaba parte de la 79ª CTE (Compañía de Trabajadores Extranjeros). Como prisionero de guerra pasó a ser internado, en primer lugar, en el frontslalag 140 en Belfort y más tarde fue trasladado al stalag XI A de Altengrabow. Desde este lugar lo deportaron a Mauthausen donde ingresó el 26 de septiembre de 1941 con la matricula 3400. Posteriormente formó parte del llamado kommando César que realizó trabajos en diferentes lugares, para ser trasladado, en última instancia, al campo de Gusen donde se encontraba en el momento de su liberación el 5 de mayo de 1945.

No sé mucho más de su vida, soy consciente que aún tengo un gran ovillo por desmadejar, hablando con la hermana de mi padre he sabido que vivió en Toulouse (Francia), donde con el tiempo llevó a tres de sus hermanos. Nunca abandonó la lucha política y al parecer volvió a España para participar en reuniones clandestinas. Jamás olvido a mi abuelo Mariano, al que escribía cartas donde se mostraba extremadamente crítico con la dictadura y el dictador, instándole a seguir en la lucha. Aquellas cartas, después de leerlas y llorarlas, mi abuelo las quemaba en el horno de pan, y con ellas se quemaron los recuerdos, los orígenes, los nombres y las fechas . Ahora me toca a mí reconstruir un pasado de personas valientes que lucharon por un mundo mejor y más libre, para que nunca más la memoria se convierta en cenizas.