Mené Cancer, Basilio

BIOGRAFÍA

http://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasDetalle.aspx?Id=487418

Fragmento de su testimonio recogido en el libro de Eduardo Pons Prades y Mariano Constante, Los cerdos del comandante, Ed. Argos Vergara, Barcelona, 1978, págs. 226-227.

“Estuve primero en régimen de cuarentena, en la barraca 19, y tras el desembarco aliado en Francia nos llevaron a un kommando, el de Kenten, a trabajar al lado de prisioneros soviéticos y polacos. Casi todos los trabajos consistíasn en desescombrar las zonas bombardeadas por los aliados. Era una tarea penosa, a causa de la comida insuficiente, tanto en calidad como en cantidad, y sumamente peligrosa, porque más de una vez, mientras estábamos  trabajando se presentaban de nuevo los bombardeos aliados. Y el peligro era doble, ya que los SS remataban a los heridos por leves que fueses.

En aquel komando teníamos como kapo a un ex brigadista internacional, el cual procuraba ayudar a los prisioneros y en especial a los españoles. Él fue quien nos avisó un día que las tropas aliadas se acercaban y nos dijo que había sorprendido la conversación de unos SS y que estaba seguro de que los alemanes, si no podían evacuar el campo, exterminarían a los presos. Nosotros conocíamos la existencia de una organización clandestina en el campo y presumíamos que sus miembros tendrían algo previsto. Pero nuestro grupo de españoles, cuando vimos que los SS empezaban a evacuar sus pertenencias, nos escapamos del kommado y nos refugiamos en un bosque vecino, donde permanecimos escondidos hasta la llegada de las fuerzas aliadas.

Nuestra sorpresa y nuestro desencanto fueron indescriptibles cuando al presentarnos al mando norteamericano, se nos dijo que no querían saber nada de nosotros. Aquello, a causa del hambre, la enfermedad y de la miseria, dio lugar a escenas muy penosas, por lo que decidimos formar un comité internacional para tratar de atender a los enfermos y a los extenuados. Menos mal que los soviéticos crearon unas patrullas de requisa y pudimos sobrevivir gracias a los alimentos que trajeron de sus visitas por los pueblos de los alrededores. Los franceses, al enterarse de que no lejos de allí se encontraban unidades francesas, requisaron varios camiones y coches, y después de burlas la vigilancia de los americanos fueron a buscar ayuda”.