Gracia Félez, Francisco

BIOGRAFÍA

Conocido con el apodo de “El Fin”, Francisco había nacido en Alcorisa el 3 de agosto de 1895, donde trabajaba como agricultor y formó una familia con Carmen Latorre. Con la llegada de las tropas franquistas al Bajo Aragón, marchó de Alcorisa, dejando a su esposa y sus dos hijos en la localidad.

Francisco, tras la Retirada, estuvo interno en el campo de Argelés donde coincidió con su amigo y paisano Marcelino Sanz, quien lo citaba en sus cartas a partir de primeros del mes de marzo de 1939. El 1 de mayo ambos se incorporaron a la 11ª CTE con destino a La Condamine. Por las citas de Marcelino sabemos que, en marzo de 1940, Francisco estaba muy preocupado por las noticias que recibía de Alcorisa, al saber que su esposa, Carmen, tuvo que ir “al doctor a Alcañiz, lo que nos hace vislumbrar la clase de doctor...también le dice que por allí reina la miseria. Su niño que tiene 10 años, le escribe que ya trabaja para ayudar a su madre y a su hermano pequeño”. Palabras que aludían, de forma sutil, a la difícil situación o a la represión a la que estaba abocados quienes habían quedado en los pueblos y no habían manifestado su adhesión inquebrantable al nuevo régimen político.

Pocas semanas más tarde, junto al resto de compañeros de la Compañía, fue detenido por los alemanes e internado, en primer lugar, en el frontstalag 140 en Belfort, para ser trasladado posteriormente al interior de Alemania, al stalag XI.B en Fallingbostel con el nº 86927. Desde allí formó parte del mayor convoy con españoles deportados a un campo nazi, el que llegó a Mauthausen el 27 de enero de 1941 compuesto por unos 1.500 republicanos. A Francisco se le adjudicó la matrícula 5919 y dos meses después, el 29 de marzo, fue transferido a Gusen donde halló la muerte el 29 de julio de aquel año.

En Alcorisa, su esposa tardó años en saber qué le había ocurrido a Francisco y cuál había sido su destino después de haberse interrumpido las cartas que le había estado enviando hasta la primavera de 1940. Según nos contó su hija en Vinaroz, donde residía en el año 2006, algunos supervivientes del campo le contaron que pocos días después de haber visto a los SS llevarse a Marcelino Sanz a la muerte, y dándose cuenta de que venían a por él, su padre se lanzó a la alambrada electirificada gritando: “¡A mí no me haréis lo que habéis hecho a mi amigo Marcelino!”.