Berdusan Gascón, Manuel

BIOGRAFÍA

Manuel Berdusán Gascón y José Luesma Gascón.

Eran primos hermanos, nacidos ambos en la localidad de Fuentes de Ebro. Un artículo del escritor Antón Castro (“Morir en Mauthausen”, en Heraldo de Aragón,13-09-03) nos acercó a la personalidad de Manuel, quien tuvo que asumir el papel de cabeza de familia. Tras la muerte de su padre, trabajó de albañil en la capital aragonesa donde se trasladó con su madre, Julía Gascón, y con su hermana Carmen. Aficionado al dibujo y a la lectura -llegó a realizar algún curso en la escuela de Bellas Artes-, entró en contacto con los sectores republicanos de izquierdas y sindicalistas de la capital aragonesa: “No pertenecía a ningún partido, pero era muy de izquierdas. Y eso quiere decir que tenía amigos anarquistas y comunistas, con los que se reunía a menudo “.

Manuel era un gran aficionado al cine y al deporte; practicó el ciclismo llegando a alcanzar cierta notoriedad y ganar algún campeonato. En los viajes que Manuel realizaba a su casa natal en Fuentes aprovechaba para difundir las nuevas ideas entre sus vecinos, siendo especialmente bien acogidas por su primo José, tres años menos e hijo de su tía Miguela, única hermana de su madre. Poco se podían imaginar ambos que pasados unos años iban a compartir algo mucho más profundo: la experiencia de la guerra, del exilio y su deportación a Mauthausen.

Fuentes quedó en manos de los sublevados en julio de 1936, y se inició una persecución contra quienes habían mostrado simpatías por cualquiera de los partidos del Frente Popular o de las centrales sindicales. Varios vecinos fueron ejecutados, otros lograron escapar y pudieron refugiarse en la zona leal a la república. José Luesma, que como hemos dicho residía en Fuentes, fue denunciado, detenido y obligado a subir a un camión con destino a Valdespartera donde iba a ser fusilado con otras doce o catorce personas”.Durante el trayecto se arrojó del vehículo y consiguió llegar a casa de su tía, en Zaragoza, donde -según explicaba Carmen a Antón Castro- estuvo varios días y “al final se fue con destino a Barcelona”; no tardó en seguir sus pasos Manuel, quien temeroso a ser denunciado, se evadió en bicicleta “a luchar por la Segunda República”.

Manuel y José se incorporaron al ejército republicano y la familia perdió el contacto con ellos. Ambos se alistaron en las milicias, Manuel anduvo por Híjar y José, a principios de 1938, fue nombrado sargento con destino a la 119ª brigada mixta que se hallaba adscrita a la 26ª División, una unidad que se formó tras la militarización de la columna Durruti, y cuyo objetivo principal había sido la toma de la capital aragonesa, combatiendo en Belchite, y posteriormente en la defensa de Cataluña.

A partir de la primavera de 1939, empezaron a llegar las cartas desde Francia. Manuel y José se habían visto forzados a salir al exilio y, desde los campos de refugiados, reiniciaron el contacto epistolar con su familia, que vivía en el desasosiego de no saber nada de ellos desde el verano de 1936. La generosidad de Carmen Berdusán, al proporcionarnos copia de alguna de aquellas cartas, nos permitió conocer, hace ya unos años, el itinerario de ambos y algo sobre sus condiciones de vida. Fueron internados en el campo de Le Vernet, donde fueron a parar una buena parte de los integrantes de la antigua columna Durruti y, desde allí, Manuel escribió a su madre, el día 4 de abril, explicándole las dificultades que tenía para recibir las cartas con normalidad ya que la correspondencia que viene del interior de Francia la devuelven el mismo día de no encontrar al destinatario... y la que viene de España la retienen varios días, y acababa la carta recordando a que seguimos juntos José y yo; por cierto que mientras yo escribo él ha estado cosiéndome los pantalones. Según explicaba Carmen, “solía escribirme a mí, y nuestro primo José siempre añadía unas letras preguntando por la familia o contando cosas de otros compañeros o vecinos que estaban viviendo idéntica suerte. Es curioso: en ninguna de las cartas, alrededor de una treintena, mi hermano no se quejaba de nada. No se quejó nunca".

Alistados en la 217ª CTE fueron destinados a la localidad de Saint Livrade (Lot et Garonne). En julio de 1940, unas semanas después de la invasión fueron detenidos por los alemanes y tuvieron que pasar varias semanas hasta que durante los primeros días de julio les autorizaran a escribir a las familias, pudiendo recuperar la comunicación con su hermana y su madre. En la carta enviada el 8 de agosto desde el Arsenal-Kaserne, donde habían sido recluidos, intentaba tranquilizarlas: “No temáis por nosotros, nuestro estado de salud es perfecto pues José está también conmigo. Creemos que nos destinarán pronto a trabajar pero no sabemos cuándo”. Posteriormente fue trasladado al frontstalag 140 en Estrasburgo, desde donde también siguió la comunicación a lo largo de los meses siguientes, transmitiendo una gran serenidad esperanzado por el pronto reencuentro como manifestaba en la carta del 8 de noviembre: No nos hace falta nada excepto vuestra compañía y el estar reunidos con todos los seres queridos, así pues como que esto no está a vuestro alcance sino que es reserva del tiempo, no tenéis que mandarnos nada. Al comunicaros mi esperanza de reuniros pronto, no hago una afirmación gratuita y a medida que el tiempo pasa mi fe se fortalece más en este sentido.

Unos días después de haber escrito esta carta la Gestapo, se presentó en el stalag V D -la nueva denominación del centro de prisioneros de Estrasburgo- y procedió a interrogar y a fichar a los españoles. Llegó diciembre y, el día 10, les anunciaron que partirían para ir a trabajar a unas canteras en Austria. Al día siguiente un convoy formado con 847 republicanos partió con destino desconocido, penetró en Alemania y paró en la estación de Mauthausen, era el día 13 de diciembre. De entre todos aquellos republicanos deportados unos 80 eran aragoneses: dos de ellos, Manuel y José.

A su ingreso en el campo se les fue adjudicada la correspondiente matrícula que les identificaría a partir de aquel momento: a Manuel le fue asignada la matrícula 4621 y a José la 4961. En Mauthausen permanecieron dos meses juntos: el 17 de febrero de 1941 Manuel fue transferido al campo de Gusen y, unas semanas después, el 29 de marzo, le siguió José.

La angustia de la familia ante aquel prolongado silencio debió ser enorme. En nombre del resto de la familia, Carmen Berdusan realizó gestiones ante la Cruz Roja Internacional, obteniendo como resultado una carta remitida desde el stalag de Estrasburgo -última dirección conocida-, en la que le indicaban en alemán: “para su tranquilidad, le comunicamos que el buscado prisionero Berdusán Manuel, nacido el 9 del 12 de 1914, vive. Para nuevas comunicaciones diríjanse al campo de concentración de Mauthausen/Oberdonau".

Desconocemos sus destinos en Gusen, aunque probablemente trabajarían en el kommando de la cantera, su resistencia al trabajo esclavo y a la barbarie que se vivía en aquel lugar les mantuvo vivos hasta la llegada del nuevo invierno: Manuel falleció el 22 de noviembre de 1941 y José sólo pudo resistir hasta el 18 del mes siguiente, fecha en que se inscribió su muerte en los registros del campo.

Como en tantos otros casos la familia común de ambos estuvo esperando noticias que no llegaban. Años más tarde, según explicaba Carmen, tuvieron conocimiento de la muerte de su hermano y de su primo por unos listados que especificaba el lugar y el día de su muerte, un drama personal que les ha acompañado siempre: "Esta historia nos ha perseguido toda la vida. A mi madre, que nunca pudo arrancársela de la cabeza, y a mí. Mientras recibíamos cartas, teníamos esperanzas, pero luego, cuando se cortó bruscamente la correspondencia y empezamos a saber lo que había ocurrido con el Holocausto, ya no".

Fuentes:

Antón Castro

Carmen Berdusán