Beguería Agón, Marcelino

BIOGRAFÍA

Nació el 31 de Enero de 1914 en Uncastillo y su madre, Cándida Agón, al fallecer su marido, Juan Beguería, como consecuencia de la epidemia de tifus que asoló al país, decidió trasladarse a Barcelona junto a sus tres hijas y Marcelino, cuando éste contaba con cuatro años de edad. La familia se integró plenamente en la vida de la capital catalana y es allí donde Marcelino se formó y obtuvo el título de grabador en el colegio de San José de la Montaña. Un oficio que le permitió desarrollar su labor profesional -según nos ha explicado Carmen Sardá, su esposa- en alguna de las revistas de la época.

Al estallar la Guerra de España, Marcelino estuvo alistado en la 117ª Brigada que formaba parte de la 43 División. Posteriormente se alistó en Sabadell en las compañías de esquiadores. Con la Retirada se exilió en Francia en febrero de 1939 y, tras pasar por varios campos del sur de Francia, se alistó en la 32ª CTE que, a partir de finales de septiembre de 1939, se hallaba en Meurthe-et-Moselle, ocupándose sus miembros de la construcción de fortificaciones defensivas. Fue detenido por los alemanes el 21 de junio de 1940 y trasladado posteriormente al stalag XVII A desde donde fue deportado a Mauthausen, ingresando 7 de abril de 1941 con el nº 4528.

En el campo austríaco estuvo destinado al denominado kommando César, al frente del cual estaba el deportado anarquista, de origen valenciano, César Orquín. En su ir y venir al campo central servía de contacto con la organización comunista del campo central ya que se desplazaba semanalmente, durante todo el año 1942, para transportar las provisiones, llegando a introducir un saco lleno de alpargatas sin que se enterase el jefe del kommando.

Entre el 3 y 4 de mayo de 1945 se escapó junto a otros dos españoles de la columna de prisioneros que era trasladada hacia el campo de Ebensee, aprovechando una parada al anochecer mientras se cruzaban con una unidad militar en retirada. Repatriado en Francia se instaló en Lézigan les Corbiàres (Aude) tras reunirse con su esposa Aurora Monreal, de Calaceite, con quien había tenido un hijo durante la Guerra. Y aunque regresó a Barcelona hacia el año 1948, ante la falta de oportunidades laborales, decidieron emigrar a Venezuela, donde se había establecido un hermano de Aurora. Allí estuvo trabajando durante una década en varias empresas gráficas, hasta el fallecimiento de su esposa a finales de la década de los 50.

Años más tarde regresó a España, conoció a la que sería su segunda esposa Carmen Sardá, que es la persona que nos ha dado valiosas informaciones sobre Marcelino, contrayendo matrimonio en 1965, afincándose definitivamente en Barcelona al año siguiente, con residencia en la calle Provenza.

Marcelino, colaboró activamente con los fundadores de la Amical, participando en sus actividades y, aunque no era muy partidario de volver al campo, viajó a Mauthausen en el viaje organizado en 1980 para celebrar el 35 aniversario de su liberación, momento en que, desde la entrada a los garajes explicaba su llegada al recinto:

Cuando llegué a este campo, entramos por este lugar. Me encontraba moralmente hundido y cuando llegamos a este punto, sentí una voz que me decía muy bajo "chico no te acojones". Estas palabras me sirvieron para devolverme la confianza y la moral. Quien me lo tenía que decir, era Joan Tarragó (....) muchas veces tenías que coger un compañero, ya muerto, y a la hora de pasar lista ponerlo a tu lado en la fila, con la gorra quitada. Cuando acababas lo volvías a dejar en el suelo. Eso se tenía que hacer mientras que no era dado de baja y trasladado al crematorio.

Según nos explicó Carme Sardà, Marcelino era un hombre de pocas palabras cuyo carácter quedó afectado por su experiencia en el campo.

Todos los que salieron vivos de Mauthausen quedaron tocados por la experiencia. Explicaba muy poco de lo que había pasado en el campo, no le gustaba recordar lo que había pasado allí. Explicaba alguna vez alguna anécdota la que más le oí era cuando uno de los SS le hizo cavar con las manos un pequeño estanque para unos patos que tenía y cómo se reía de él mientras sacaba la tierra y el barro...También hablaba de la relación que había tenido con algún compañero. Decía que Mariano Constante, más joven y amigo suyo, salvó la vida gracias a la ayuda que recibió de sus compañeros mayores. Y mantuvo mucha amistad con José María Aguirre, con el que se escapó al final.

En la capital catalana trabajó en una empresa gráfica ubicada en el distrito de Sant Andreu, pero a principios de la década de los 70, del pasado siglo, se hallaba desempleado, buscando trabajo y consiguió entrar como bedel en el diario "La Vanguardia", gracias a las gestiones realizadas por su esposa ya que, en un principio, había sido rechazado como grabador debido a su edad. Permaneció en este puesto de trabajo, en el que fue muy bien valorado por la empresa, hasta su jubilación en 1980. Posteriormente el matrimonio se trasladó a la población de Tona donde Marcelino falleció el 22 de agosto de 1999.

Texto: Juan M. Calvo Gascón