Barbero Barbero, Juan Gregorio

BIOGRAFÍA

El ayuntamiento de Clarés de Ribota, en abril de 1931, se constituyó por la aplicación del artículo 29 de la ley de ayuntamientos que establecía la proclamación automática de los candidatos presentados cuando éstos no excedían el número de puestos a cubrir. El gobierno republicano suspendió aquel artículo en la nueva normativa electoral y los ayuntamientos que se habían constituido bajo su amparo, siguieron funcionando sin ninguna legitimidad política, si bien es cierto algunos de ellos dejaron de ejercer sus funciones y los gobernadores civiles nombraron gestoras municipales que se hicieron cargo de las corporaciones hasta la celebración de las elecciones municipales.

En diciembre de 1932, en las páginas de El Radical se publicaba un pequeño artículo, titulado “En Clarés de Ribota no ha llegado la República”, donde se denunciaba la situación de dominio caciquil y la actitud de quienes se encontraban al cargo de la corporación:

“Como ciudadanos tenemos derecho a dudar del Ayuntamiento caciquil que tan injustamente impera en este pueblo. Este Ayuntamiento que acude a la iglesia en comunidad a presidir la fiesta religiosa hasta en la procesión, a pesar de prohibirlo el Gobierno de la República. Estos mismos individuos que destituyen a los funcionarios municipales sin fundamentos básicos sin guardar las formalidades que señalan las leyes y reglamentos vigentes.

Estos señores, que es el Ayuntamiento más funesto y más injusto que existe sobre la vida terrena, Estos ediles que llevan cuatro secretarios en poco más de tres meses, por no querer estos funcionarios ser mecanismo de algún sultán que quiere hacer la vida imposible a los hombres de orden y fieles cumplidores de su deber. Estos retrógrados que tanto se refractan ante los colores de la República. Debiera procederse contra los que así se burlan -sarcasmo irónico y sangriento- de los conceptos puros de la Libertad, Igualdad y Fraternidad”.

Y es que habían pasado casi dos años y aún pasarían varias semanas hasta que el gobernador civil de Zaragoza decretó la formación de la gestora de Clarés, cayendo la responsabilidad de dirigir la gestión del municipio en Josefina Caudé, quien se convirtió, en una de las alcaldesas zaragozanas de la época. Las elecciones celebradas en Clarés, el 23 de abril, dieron como resultado la constitución de un ayuntamiento formado por un concejal radical y seis “republicanos de la derecha”.

En este ambiente, dominado por la derecha caciquil y conservadora, Gregorio, que había nacido en mayo de 1912, y su hermano mayor, Sabino, fueron tomando conciencia política y de su condición social, en un entorno familiar de claras convicciones republicanas de izquierda.

Gregorio era el segundo de tres hermanos, hijos de un matrimonio de labradores y vivía con sus padres ayudando en el cultivo de las tierras familiares. Según el testimonio de su primo, Lidio López Pérez, Sabino, se hallaba al frente de la alcaldía de Clarés en julio de 1936. Gregorio ante los acontecimientos en los que se vio inmersa la localidad durante aquellas jornadas participó activamente, pero de forma inútil, para evitar que los golpistas se hiciesen con el control de la población. Posteriormente logró evadirse al monte, en compañía de varios amigos del pueblo, y de otros de la comarca (Villarroya, Aranda de Moncayo...) donde permanecieron escondidos hasta lograr pasar a la zona leal a la República por las cercanías de Calamocha.

Poco sabemos sobre su actuación en la guerra, pero mediado el mes de septiembre de 1937 se encontraba en Caspe, vestido de miliciano, actuando como denunciante en el juicio que se celebró en el Juzgado de Urgencia contra Valeriano Torcal Martínez, detenido en Caspe y que había ejercido la secretaría de Clarés con actitudes sectarias hacia las organizaciones de izquierda. En febrero de 1938 Gregorio se incorporó al cuerpo de Carabineros “con destino al Cuerpo de Infantería”.

Mientras luchaba defendiendo la legitimidad republicana, las autoridades golpistas instaban a la Comisión Provincial de Incautaciones de Zaragoza la apertura de un expediente, el 4 de marzo de 1938, el cual se iniciaba señalando a Gregorio como “Vocal de Izquierda Republicana. Se halla en el frente”. Los informes remitidos al juez instructor dejan bien clara la inquina hacia Gregorio, pero estos “informes-denuncia” también nos ayudan a conocer algo más sobre su implicación en la defensa de los valores republicanos, siendo el más explícito y contundente el remitido por Francisco Lacruz, como cura párroco de Clarés:

“Perteneció a los centros radical-Izquierda republicana y luego a la CNT o UGT. Sus ideas comunistas, extremistas y sujeto de cuidado y revoltoso. Religiosamente hablando era malo, extremista; pues odiaba a la Iglesia y se mofaba de ella y a la que hace muchos años que (no) se acercaba y se burlaba de los que iban.

Al advenimiento del movimiento y en el mes de septiembre se marchó voluntario por miedo al Requeté del que al poco tiempo desertó de sus filas e ingresó en falange y en uno de sus frecuentes viajes al pueblo arrastró a otro muchacho y en unión de los huidos del pueblo y algunos más que pudo reunir se pasaron a la zona roja por Calamocha y ya no se ha sabido nada más de él y sus compañeros.

Era un sujeto malo, indeseable, que en unión de su hermano Sabino dieron mucho mal en el pueblo”.

El informe remitido por el alcalde, Clemente Brun, es mucho más escueto, limitándose a indicar que Gregorio Barbero: “era extremadamente antirreligioso y de Izquierda Republicana y teniendo noticia de haberse pasado a la zona roja”.

Por su lado el comandante del Puesto de la Guardia Civil de Villarroya de la Sierra ratificaba la pertenencia de Gregorio a la CNT, añadiendo que “era simpatizante del Frente Popular, hizo propagada en las elecciones en favor del las izquierdas, muy destacado dentro de su ideología, fue a cortar los chopos de la carretera de Soria en los primeros días del glorioso alzamiento, huyó al monte en unión de tres más y en la actualidad se halla en la zona roja, era antirreligioso”.  

También declaró el secretario del ayuntamiento, el citado Valeriano Torcal, quien afirmaba “que el día 17 de septiembre de 1937 lo vio en el Juzgado de Urgencia de Caspe” cuando era juzgado por las autoridades judiciales republicanas, actuando Gregorio como uno de los que testificaron en su contra.

El proceso contra Gregorio culminó el 17 de noviembre de 1938 cuando se le declaró culpable “por su actuación contraria al triunfo del Movimiento Nacional”; se le impuso una sanción económica “de mil quinientas pesetas quedando afectados a su pago los bienes embargados correspondientes”. Como la madre de Gregorio no pudo hacer efectivo dicho pago, el 29 de abril de 1939 se llevó a cabo el embargo provisional “de los bienes, derechos y acciones de todas clases, pertenecientes al inculpado Gregorio Barbero Barbero de su exclusiva pertenencia, habiendo procedido con asistencia a ello del Sr. Juez Municipal, del Sr. Alcalde, del Jefe de Milicias y de Manuela Barbero López, madre del inculpado que le representa en este acto”. Un total de quince fincas -doce en Clarés y tres en Bijuesca- se vieron afectadas por aquel embargo que se ejercía, en la mayor parte de ellas, sobre un tercio de la propiedad al tenerlas compartidas con sus hermanos, tras el fallecimiento de su padre.

Mientras el expediente seguía su tramitación judicial, la vida de Gregorio corría pareja a la de los cientos de miles de republicanos que se vieron obligados a exiliarse en tierras francesas. Atravesó la frontera por el paso fronterizo de Port Bou, junto a su amigo Siro Felipe, también de Clarés, a quien el 18 de julio le había sorprendido durante un permiso del servicio militar, gracias al que permaneció hasta el mes de octubre oculto en un zulo en su casa. Tras pasar por los campos de concentración del sur de Francia, fueron alistados en una Compañía de Trabajadores Extranjeros y destinados a realizar fortificaciones fronterizas en la Línea Maginot.

Sabino, el hermano mayor de Gregorio, se exilió también y conoció el internamiento en los campos franceses, pero sus vidas divergieron en este punto puesto que “pudo permanecer en la zona no ocupada trabajando en una explotación agrícola propiedad de una familia francesa” y fue uno de los 2000 republicanos que el poeta Pablo Neruda consiguió evacuar en el barco Winnipeg desde Francia a Valparaíso (Chile) donde desembarcaron el 3 de septiembre de 1939, justo el día que comenzaba la Segunda Guerra Mundial.

Gregorio estuvo trabajando en una Compañía de Trabajadores, en destinos que desconocemos, hasta la invasión de los alemanes en mayo de 1940. En uno de los avances de las tropas alemanas, Gregorio, junto a otros muchos republicanos, entre los que se hallaba su amigo Siro, fue detenido, en el norte de Francia, entre el 4 y el 6 de junio en las playas de Dunkerque. Momento complicado y difícil en el que resultado herido en una pierna. Sigue el testimonio de su primo Lidio:

“A los pocos días de su detención, cuando eran trasladados en camiones hacia uno de los campos de internamiento, pasaron por una población conocida y los presos se sublevaron contra sus vigilantes; unos pocos se tiraron desde los camiones y escaparon por las calles del pueblo, consiguiendo salvar su vida gracias a la ayuda recibida por los vecinos que los escondieron hasta que pudieron incorporarse a la resistencia. Siro, cogió a Gregorio del brazo y le animó para que se tirasen juntos del camión, ante el temor de ser eliminados por los alemanes, pero no se atrevió a hacerlo por la herida en la pierna. Su amigo consiguió huir y salvó su vida”.

Este grupo de republicanos fue trasladado hacia el oeste, cruzaron Alemania hasta llegar al stalag VIII C situado en la localidad polaca de Zagan, donde permanecieron hasta octubre, momento en que fueron transferidos al XII D en Trèves, cercano a la frontera de Alemania con Luxemburgo. Desde este lugar salió el 22 de enero de 1941 el transporte que condujo a Gregorio y a otros 774 republicanos al campo de Mauthausen, donde ingresaron el día 25. Se le adjudicó la matrícula 5070 y el 8 de agosto fue transferido a Gusen con una nueva matrícula, la 12160. Gregorio resistió durante meses el martirio del trabajo esclavo, superó las extremas temperaturas del invierno austriaco, la escasez de alimento,... pero cuando había transcurrido poco más de un año desde que había sido hecho prisionero por los nazis, halló la muerte el 22 de junio de 1941.Tenía 29 años.

Su madre y su hermana Patrocinio, seguían en Clarés, la comunicación con Gregorio se había interrumpido bruscamente y tardaron años en saber lo que había sucedido. Pero mientras tanto, tenían que seguir soportando los requerimientos judiciales de los procesos abiertos contra Gregorio y Sabino. Al dolor de la separación familiar y a la pérdida de contacto, tenían que añadir las citaciones y los embargos de las fincas, el anuncio de su subasta que fue publicado el 6 de enero de 1940. Cuando Gregorio iniciaba su penosa experiencia en los campos de la muerte, en Clarés se sacaban a subasta la parte proporcional de las fincas enajenadas. Nadie pujó por ellas, pero los procedimientos judiciales eran lentos y el expediente siguió vivo hasta el 11 de mayo de 1944 en que se dictó el sobreseimiento del caso. Gregorio había muerto hacía casi tres años.

Texto: Juan M. Calvo Gascón

Fuentes:

Lidio López Pérez.

Archivo Histórico Nacional (AHN): Causa General, 1423.

Archivo Histórico Provincial de Zaragoza (AHPZ), Expediente de Responsabilidades Políticas, nº 4259.

El Radical, Zaragoza, 17-12-1932